Hace un año por estas fechas yo estaba totalmente deprimida. ¿El motivo? Me encontraba sola. Tenía amigas, pero cada una de ellas hacía su vida. Preparaba oposiciones para encontrar un trabajo mejor después de malvivir del periodismo durante años, lo que acrecentaba la sensación de soledad puesto que me pasaba los días sola encerrada en mi habitación. Supongo que todo esto ayudó para que mi desesperación me llevara a pasar las peores Magdalenas de mi vida y que en cuanto acabaran me recluyera sola en Benicàssim durante una semana. Siete días que pasé sin apenas contacto con nadie y donde ocupaba el tiempo dando largos paseos por la playa escuchando el ipod, lo que no me ayudó demasiado porque lo único que conseguí fue sentirme más sola y más improductiva que nunca. Fueron unos días en los que todo se me vino encima, el ‘fracaso’ en mi trabajo como periodista, la frustración de lanzarme de lleno a preparar oposiciones y ver como ningún Ayuntamiento convoca plazas de Auxiliar Administrativo, el ver como todo el mundo a mi alrededor y de más o menos mi edad ya tenía la vida encaminada con una carrera, un sueldo mejor o peor, un piso… y yo, con 34 años, sin ahorros, en casa de mis padres y viviendo de la paga semanal que me daba mi madre.
